Thursday, February 03, 2022

La coyuntura del juicio contra Otto Pérez y Roxana Baldetti

Pablo Rangel
Esta semana dio inicio en el juzgado de Mayor Riesgo B, el juicio en contra del ex presidente Otto Pérez Molina y la ex vicepresidenta Ingrid Roxana Baldetti por las acusaciones con relación al caso "La Linea". La Línea era un sistema de sobornos establecidos en el Estado en el que diferentes funcionarios tributaban ilegalmente al presidente y vicepresidenta. Desde la perspectiva de la lucha contra la corrupción, la Línea era una estructura de corrupción de gran magnitud. Develarla significó el retiro de la inmunidad de ambos mandatarios y su posterior encarcelamiento. El Ministerio Público con Thelma Aldana a la cabeza y la CICIG con Iván Velásquez también a la cabeza, jugaron papeles determinantes en este y muchos otros casos de corrupción. Al día de hoy han transcurrido casi 7 años de estos hechos y recién ahora empieza el juicio contra Pérez Molina y Baldetti. El panorama político y jurídico de Guatemala es muy diferente al que se manifestaba cuando ambos estaban en el poder. Esto debido a que las estrategias de los dos gobiernos posteriores a Pérez Molina, se centraron en retirar a la CICIG de Guatemala y en devolver al Ministerio Público a su anterior dinámica. A pesar que la CICIG gozaba de simpatía entre la población su acción despertó serios temores entre los sectores políticos y empresariales del país, que como nunca antes, empezaron a ser fiscalizados y perseguidos por el sistema de justicia. 

 El juicio contra Otto Pérez y Roxana Baldetti se da en un momento en el que el Ministerio Público está en las vísperas de cambiar a la actual Fiscal General y jefa del Ministerio Público. Asimismo, ha habido varios cambios en la conformación del Gabinete de Gobierno, pero específicamente en Gobernación y en el Ministerio de Relaciones Exteriores, ambas posiciones estratégicas para frenar la acción del cuerpo diplomático y por otro lado, la fuerza pública (policía). Estos dos fueron elementos clave para la persecución y encarcelamiento de Pérez Molina y Baldetti hace 7 años. También en estos días se ha empezado a discutir la conformación de la comisión postuladora para Fiscal, el ambiente promete ser de todo menos tranquilo. 

 El día martes 1 de febrero, el presidente de la Fundación contra el terrorismo ha presentado una denuncia contra el Decano de Derecho de la Universidad Da Vinci, el Licenciado David Gaitán, pues, según Ricardo Méndez-Ruiz, Gaitán no cuenta con el título de maestría necesario para ostentar el puesto. Obviamente estas acciones más que la intención de vigilar que se cumplan las reglas en la educación superior, busca mantener fuera de su puesto a Gaitán, ya que en unos días tendrá una participación clave: la postuladora para fiscal general está integrada por parte de los decanos de las facultades de Derecho de todo el país.  Algunos que ven un poco más allá, se han dado cuenta que Gaitán, ex abogado de la CICIG, podría tener afinidad con la Embajada de Estados Unidos, la que en el mandato de Joe Biden está representada por el partido demócrata. 

Regresando a la situación de Otto Pérez y Roxana Baldetti, pareciera que dar inicio al juicio en estos momentos es parte de una negociación con el Presidente de la República. Frente a cualquier imprevisto en la elección de una nueva persona como Fiscal, aprovechan el salvavidas que les lanza Giammatei. Nadie sabe qué viene y con la tensión creciendo para Estados Unidos en todo el mundo ante un eventual enfrentamiento con Rusia por la situación de Ucrania, su acción es de todo menos predecible. 

 Ambos acusados se declararon inocentes. Señalaron a la CICIG de estar abonando a la campaña política para presidenta de Thelma Aldana. Asimismo, señalaron que no era legal que escucharan sus llamadas, de alguna manera aprovecharon para llamar la atención sobe cuestiones procesales que no fueron respetadas, porque según ellos, existe la voluntad política de llevar a Aldana al poder. 

 Las movilizaciones de grupos de interés que se ven amenazados continuarán alrededor de la elección de la postuladora. Ahora será de esperar la acción de la Embajada que en cualquier momento da un golpe de timón y altera el orden de las cosas.

Tuesday, December 07, 2021

Los pecados de la carne (Pablo Rangel)

Hace algunos años, estudiando una maestría en filosofía conocí a un profesor de teoría social. Sus clases eran escasamente amenas, era difícil no dormirse, sin embargo, con el correr del tiempo, he descubierto que de alguna manera extraña el relajamiento que sufríamos en clase era parte de un proceso hipnótico. Muchas de las metáforas que utilizaba para explicar los conceptos todavía las recuerdo como si fuera ayer. Una de estas, quizá la más recordada porque incluía un pequeño performance del profesor, era la de “la realidad es como un gran trozo de carne, depende en cuántas rodajas la cortemos, así nos explicaremos las cosas”. Se paraba frente al grupo, no pasábamos de diez estudiantes, con la mano derecha fingía tomar un supuesto largo y filoso cuchillo, con la izquierda tomaba la imaginaria chaira, elevaba ambos y haciendo una X en el aire daba tres limadas desde la parte cercana al mango hasta la punta. Después de este breve ritual bajaba a cortar la pieza de carne, yo la imaginaba como un grueso bolovique. “Si la corto en dos, tendré una explicación que me deja dos grandes pedazos de carne, bastante parecidos uno del otro, puedo ver que hay en medio de todo el trozo pero no sé qué más hay, pero, si la corto en cuatro, podré ver que en cada mitad hay sangre, texturas y tonos del color carne diferentes a las del centro, pero que se parecen a las orillas del otro lado”. ¿Qué sentido tiene esto para lo que quiero explicar? En los cursos de análisis político internacional, encuentro regularmente la interpretación del mundo a partir de los países del lado del socialismo y capitalismo. Esta visión dicotómica que muchos tanques de propaganda (y fingen ser de pensamiento) promulgan y con apoyo de miles de perfiles falsos en redes sociales, influencers pagados y ad honorem, grupos de whatsapp y medios de comunicación tradicional, tratan de imponer. No quiero decir que esta visión esté desfasada ni nada por estilo, pero sí es una visión limitada, no obstante en Guatemala ha sido convertida casi en política pública. Hay que recordar que uno de los principios de la propaganda es que el mensaje debe ser sencillo, comprensible para cualquier persona y muy fácil de repetir. Podemos explicar mejor el trozo de carne si lo cortamos en más rodajas. Si cortamos las dos grandes mitades en dos pedazos más, encontramos algo muy interesante. A la tensión entre socialismo y capitalismo (o izquierda y derecha, como quieran llamarle) se le pueden sumar otras características que están más alejadas del gran corte por la mitad. Incluso, a veces se puede ver que izquierda y derecha, en estos nuevos cortes, son bastante parecidas y en algún momento entran en resonancia. Estos nuevos cortes representan la tensión entre globalistas y nacionalistas. Al sumar dos características más las posibilidades aumentan, pues se puede encontrar cuatro posibles sujetos de análisis: El de izquierda-globalista; el de derecha-globalista; el de izquierda-nacionalista y; el de derecha nacionalista. Explicado lo anterior, vale preguntarse ¿qué le está pasando al gobierno de Giamattei con el gobierno de Biden? Si lo explicamos desde las izquierdas y derechas, nos quedará un vacío al momento de ver que el gobierno de USA jamás ha sido de izquierda como tampoco lo es el de Guatemala, pero desde los tanques de propaganda e influencers se insiste en decir que sí. Incluso aplicando la estrategia de la creación de las más estrafalarias teorías de la conspiración, que trágicamente muchos académicos creen como ciertas. Pero más allá de esto, se encuentra que hay una propensión en el gobierno de Biden hacia el globalismo que dista mucho del nacionalismo extremista de Donald Trump. Los grupos de poder en Guatemala aún resienten la administración Obama y la llegada del globalismo al poder en USA. Trump les dió un respiro y se rearticularon. Sin embargo, para el dolor de las “élites” chapinas, el mundo entero presintió las posibilidades de un conflicto a gran escala con el liderazgo de Trump, por lo tanto, invirtieron en sacar al pueblo de los Estados Unidos de su inercia nacionalista, les mostraron que lo mejor era elegir a Biden. Y así, con la campaña más costosa de todos los tiempos en USA evacuaron el intento del extremismo de entronizarse en el poder. Ahora a Biden le queda la tarea de desarticular la unión entre la derecha nacionalista guatemalteca, la derecha nacionalista norteamericana y la unión con otros nacionalismos en el mundo (Rusia, China, Nicaragua), aunque vale decir, que su gobierno más que protagonista será uno de transición, nada más a contener los ánimos y con una acción menos visible y más diplomática. Mientras esto pasa con USA, las élites nacionales ven con pánico lo que pasa en Honduras, lo que pasó en Perú y en Bolivia, y ¿Estados Unidos no hace nada contra estos movimientos de izquierda? La respuesta para la próxima.

Saturday, February 08, 2020

El tumultuoso mes de enero de 2020





Pablo Rangel

A inicios del año 2020, varias situaciones caóticas tomaron por completo la agenda mediática internacional: la inminente tercera guerra mundial y desde la segunda semana del año, la pandemia de una cepa de coronavirus originada en China.

foto: Getty Images 2016.
Mientras esto hechos se dan, la tensión política en Estados Unidos de cara a las próximas elecciones presidenciales crece rápidamente. Por un lado, Donald Trump, ha enfrentado desde inicio de año la posibilidad de ser juzgado por abuso de poder y de esta forma llegar al impeachment (figura jurídica que en el derecho anglosajón y en países presidencialistas significa la destitución del cargo del funcionario público) El juicio político desde un inicio fue iniciativa del partido demócrata, el cuál aprovecho su poder y fortaleza en la Cámara Baja para plantear esta jugada audaz. La audacia de este movimiento político radica en que la decisión de si el juicio va o no, es de la Cámara Alta, que ahora está dominada por los republicanos. Pasaron los días y para el 6 de febrero, la Cámara Alta, hizo lo que se veía más obvio, perdono al Mandatario.


En estos días también la agitación continua en la política del partido demócrata pues estos entraron al rally de sus elecciones primarias. A diferencia de otros años, Bernie Sanders, candidato vinculado al socialismo y a la izquierda más radical norteamericana, tiene bastantes posibilidades de triunfar, situación que inquieta a muchos demócratas y aún más a los republicanos.

En medio de la tensión política, aparece el coronavirus chino y súbitamente la atención mediática se vuelca hacia el contexto de los mercados chinos en los que regularmente se venden animales silvestres para el alimento. Los números no coinciden plenamente con la alarma que genera la nueva enfermedad. Se habla de una Pandemia, cuando la OMS aún no la ve, pues necesita más datos y casos para declarar tan alta alarma.

¿Cómo estos hechos que parecieran desvinculados se unen en la agenda mediática y el contexto de las elecciones norteamericanas?

Es de conocimiento general la intención del Presidente Trump de reelegirse como máximo mandatario de EEUU. Incluso, varios analistas coinciden en que su estrategia política internacional para la reelección se ha centrado en dos frentes:

Foto: US News & World Report
Frente 1: La guerra por los recursos petroleros. Se encuentran acá la potencial guerra contra Irán, como enemigo civilizacional, o la situación de la intervención en Venezuela, como enemigo ideológico. Además de la capitalización en términos de recursos energéticos, ambas “guerras” despiertan simpatías y la voluntad positiva del pueblo norteamericano para las próximas elecciones. En el caso de la guerra contra Venezuela, también da cierta ventaja sobre el candidato demócrata Bernie Sanders, ya que abona el terreno del temor a la ideología socialista en el pueblo norteamericano y previene una posible llegada del candidato a la contienda fortalecido.

Frente 2: La guerra comercial por la hegemonía económica en el mundo. En este contexto se encuentra la guerra de aranceles contra China que inicia el gobierno del Presidente Trump en el año 2018, aumentando drásticamente los impuestos a todas las importaciones chinas. Hay que recordar que en 2019, ordena a Google hacer incompatibles sus sistemas con la marca de teléfonos chinos Huawei.
En esta fotografía se observa cómo en China se han
implementado cámaras térmicas para detectar potenciales
enfermos de Coronavirus. Foto: Financial Times

El gobierno chino no es precisamente un enemigo ideológico, a pesar de haber sido hasta hace 40 años una potencia comunista. Los réditos políticos para Trump, no vendrán del señalamiento de China como socialista, sino al estigmatizar su estilo de vida y manchar su reputación haciéndola ver como cuna de enfermedades graves.

Tomando en cuenta estas situaciones es posible argumentar que mucha de la atención mediática que se ha manifestado en los últimos días a temas efervescentes, como una tercera guerra mundial, o apocalípticos, como una posible pandemia, son parte de la estrategia del gobernante norteamericano para lograr ser reelecto en los próximos comicios, seguramente los grupos de poder de EEUU se están jugando mucho más que la elección de un presidente, pues parecieran estar dispuestos a reconstruir la hegemonía norteamericana a toda costa y pasando sobre cualquier país. En este proceso Donald Trump ha resultado ser una pieza clave, aunque el costo para los aliados norteamericanos en el mundo será alto.

Saturday, January 26, 2019

Entrevista acerca de la situación de la petición de modificación a la Ley de Reconciliación Nacional.

Para visitar el sitio de la radio: http://www.coopradio.org/content/america-latina-al-dia-189






Sunday, March 19, 2017

Una izquierda de la esfera pública


URL de este artículo:  http://www.alainet.org/es/articulo/184197

Emir Sader

ALAI AMLATINA, 17/03/2017.- La izquierda del siglo XX fue una izquierda del Estado, que se valió del Estado para organizar proyectos de nación, para hacer que el Estado empujara el desarrollo económico, garantizara derechos sociales. Tuvo un rol fundamental, sobre todo si pensamos que antes había un Estado estrictamente de las elites dominantes, de las oligarquías primario exportadoras, que hacían del Estado un instrumento estricto de sus intereses.  
foto SP

Cuando se agotó el ciclo largo expansivo del capitalismo internacional y, con él, el modelo desarrollista, dos perspectivas se presentaban en el horizonte. Ronald Reagan enarboló una, la vencedora: el Estado habría dejado de ser solución, para ser problema. Y la forma de enfrentar ese problema era reducirlo a sus proporciones mínimas, al Estado mínimo, promoviendo al mercado a un rol de centralidad. El viejo adagio del liberalismo recobraba nueva fuerza: el mercado es el mejor redistribuidor de recursos.

Aparentemente de forma contrapuesta a esa versión, surgió un relato que también pretendía superar el agotamiento del Estado, pero proponiendo a la “sociedad civil” como su sucedáneo. Condenaba tanto o incluso más que la versión anterior al Estado. Toni Negri alcanzó a tildarlo como conservador, como pieza de museo. Holloway tenía esperanzas de que se podría cambiar el mundo sin el tomar el poder, sin el Estado.

Los primeros han realizado su sueño y han llevado el mundo a sus desastres actuales, resultado de la centralidad de un mercado descontrolado, mercado dominado por el capital especulativo y por los grandes bancos privados. Los segundos han quedado relevado a la intrascendencia, prisioneros de la trampa liberal de una sociedad civil en contra del Estado.

La versión alternativa era otra. No era el abandono del Estado, sino su democratización. No era ni el abandono a la esfera mercantil, ni el retorno pura y simple a la esfera estatal, sino la construcción, a partir del Estado y de organizaciones sociales, la esfera pública. Una esfera de la ciudadanía, una esfera de los derechos iguales para todos, la verdadera esfera democrática.

Lo gobiernos que han revertido al modelo neoliberal de la centralidad del mercado son aquellos que se han valido del Estado para promover los derechos sociales de todos, para rescatar el rol activo del Estado como inductor del crecimiento económico y proyector de políticas externas soberanas. Fueron los gobiernos anti neoliberales de América del Sur.

Pero incluso estos han recuperado al Estado, sin transformarlo, defendiendo a la sociedad de las consecuencias negativas de un mercado descontrolado, pero sin democratizar al Estado, con la centralidad en la esfera pública. Los aparatos de Estado han resistido, desde adentro, con las alianzas con las fuerzas conservadoras desde afuera, para frenar un amplio proceso de democratización política, social, económica y cultural, de que carecen las sociedades contemporáneas.

Cuando los gobiernos anti neoliberales se enfrentan a obstáculos, no deben ceder pura y simplemente al liberalismo tradicional, al mercado, sino, al contrario, avanzar hacia la trasformación radical de los Estados con la centralidad de la esfera pública. Porque la contradicción fundamental en la era neoliberal es la que se da entre la esfera mercantil – el afán de mercantilizar a todo, de trasformar derechos en mercancías y ciudadanos en consumidores – y la esfera pública, la esfera de los derechos para todos, la esfera de los ciudadanos.

Se puede medir cuanto se ha avanzado en la superación del neoliberalismo por la medida en que se ha avanzado en la extensión de los derechos para todos y en la restricción de la mercantilización de la sociedad. La medida en que se han fortalecido la educación pública, la salud pública, por ejemplo, a expensas de la educación mercantil, de la salud mercantilizada, el fortalecimiento de los bancos públicos a expensas de los bancos privados.

La esfera pública no representa tan solamente la democratización de la sociedad actual, sino apunta hacia una dinámica anticapitalista, en la medida que el eje y el proyecto central del capitalismo son la mercantilización generalizada de todas las esferas de la sociedad, a transformar todo en mercancías, que todo tenga precio, que todo se pueda vender y comprar. La esfera pública, al contrario, promueve el derecho de todos, la promoción de todos los individuos a ciudadanos, esto es, a sujetos de derechos.

Para llegar a tener una izquierda de la esfera pública es indispensable, antes que todo, además de una crítica radical de todos los efectos negativos de la centralidad del mercado, desarrollar una profunda conciencia pública, radicalmente democrática, un espíritu de la centralidad de los bienes públicos, de las empresas públicas, de los servicios públicos, del Estado como un instrumento en las manos de toda la sociedad, antes que todo de los trabajadores y del pueblo. El Estado no es así ni la solución por sí solo, ni el problema. Es un espacio de disputa entre la esfera mercantil y la esfera pública. Cabe a la izquierda del siglo XXI ser una izquierda de la esfera pública, – que es la forma actual de ser anticapitalista- para la construcción de sociedades profundamente democráticas y de un mundo apropiado por sus pueblos a partir de esos Estados nacionales democratizados y centrados en la esfera pública.

Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).



Monday, January 16, 2017

Yo, el líder ¿Nosotros, sus servidores?


Tomado de la revista Envio No. 261 Diciembre 2003 ver: http://www.envio.org.ni/utils/imprimir.php



Estas reflexiones, escritas hace varios años, sirven de espejo frente al que colocar a los dirigentes políticos de Nicaragua y de nuestro continente. Sus personalidades, los círculos de servidores que los rodean, sus limitaciones al decidir... ¿No resulta fácil identificar de quiénes se habla en este texto?

Carlos Matus

El líder está enjaulado, aislado, prisionero de la cor-te complaciente que controla los accesos a suimportante persona. Pero su jaula es de cristal, transparente y bien iluminada. Es un hombre sin vida privada, siempre en la vitrina de la opinión pública. El palacio de gobierno es una jaula cómoda y dorada, tan amplia como un país, pero tensa, vulnerable y acosada. En ella, la vida del líder se asemeja a una actuación teatral agotadora y persistente. 

EL LÍDER: UN PERMANENTE ACTOR
EN SU JAULA DE CRISTAL

El líder está obligado a representar un papel que no tiene horario. Esta tensión sería mortal para él si no pudiera refugiarse esporádicamente en la intimidad de su camarín. Allí está su círculo de amistades que le ofrece soporte emocional y privacidad. De manera que el dirigente alterna su trabajo agobiante entre la salida a escena, cegado por las luces que iluminan el teatro de su representación política, y el refugio que le depara la intimidad de su círculo de protegidos en la media luz tenue de un rincón de la jaula de cristal. Allí descansa, se retira de la escena y deja de actuar. Pero él no puede elegir la duración y la oportunidad de cada salida a escena ni el tiempo de cada momento de refugio. El líder tiene sólo un control débil de su tiempo y de su atención. Es un hombre acosado por las presiones y las urgencias.

Antes de hablar de la necesidad de soporte tecnopolítico que tiene el líder, es importante comprender que él, como ser humano, se refugia con fuerza en ese círculo íntimo que lo protege del público, y que está sujeto, en primera y más fuerte instancia, a las opiniones que allí se gestan. La asesoría tecnopolítica que le pudiera ofrecer soporte cognitivo a su conducción es muy importante, pero representa el cálculo frío que debe competir con el soporte emocional cálido que le ofrece su corte. Cuando estos soportes son contradictorios, tiene que elegir entre ellos. Es una decisión difícil. En el líder común tiende a triunfar el soporte cálido de la corte, en el estadista triunfa con mayor frecuencia el cálculo frío de su asesoría tecnopolítica. Cuando se trata del líder solitario, huraño y obsesivo, sin corte y sin asesores, de todas maneras esta lucha de criterios se produce al interior de sus pensamientos, como una oposición entre la pasión y la razón.

CAPACIDAD DE GOBIERNO,
PROYECTO DE GOBIERNO Y GOBERNABILIDAD

Los líderes se forman en la lucha práctica y adquieren las características propias del proceso y la cultura política del espacio social en el cual operan. Son luchadores que sienten desde jóvenes la ambición de ser conductores y eligen ser políticos, pero su vida política se desarrolla en circunstancias, oportunidades y posibilidades que no está en sus manos elegir.

Estas circunstancias juegan a veces un papel decisivo en la selección de los líderes. Encumbran a algunos en forma inesperada y decretan la espera indefinida de otros que se sentían llamados al poder. Y aquí la historia muestra sus sorpresas: crea héroes de la nada o sepulta prestigios bien anunciados. Como son la lucha política y sus circunstancias las que forman, principalmente, el carácter del conductor, éste, con sus atributos y deficiencias, no encaja necesariamente en la medida de los problemas de gobierno que debe enfrentar. La selección de los líderes se produce en el juego de la lucha por el poder, mientras que su evaluación definitiva se realiza en el juego del ejercicio del poder. Por eso es común encontrar en las democracias un liderazgo competente para ganar elecciones, pero una cierta incompetencia para gobernar.

La competencia, experticia o capacidad de gobierno de los líderes y la influencia que ella tiene en el desempeño de un gobierno determinado resultan fundamentales. Aislar el impacto de la capacidad de gobierno en el desempeño de un equipo gobernante es algo imposible, pues la eficacia de la acción en una situación concreta depende probablemente con más fuerza de otras dos variables: la envergadura y contenido del proyecto de gobierno y la gobernabilidad que el sistema social presenta y genera ante el intento de realizar el proyecto de gobierno.

En ese intento de cambio, el equipo de gobierno está condicionado por sus habilidades y capacidades, las que serán desafiadas en medida proporcional a la ambición del proyecto de gobierno y a la dificultad de cambio que expresa la gobernabilidad del sistema. Por su parte, la gobernabilidad del sistema no es ajena a la capacidad de gobierno ni a la profundidad de los cambios que intenta el proyecto de gobierno. Las relaciones de fuerzas políticas y económicas, internas y externas, que se gestan en torno al equipo de gobierno y su proyecto, explican el balance de gobernabilidad.

Se trata de un sistema triangular donde la capacidad de gobierno, el proyecto de gobierno y la gobernabilidad, se influencian mutuamente. El desempeño de un equipo de gobierno depende de estas tres variables y la capacidad de gobierno es sólo una de ellas.

LAS REGLAS DEL JUEGO POLÍTICO

La capacidad de gobierno es un tipo muy especial de capital intelectual que no guarda una relación mecánica con el nivel cultural de un país, la calidad de sus universidades y profesionales o la inteligencia media de su población. En América Latina es común observar casos de países con buen nivel cultural, con buenas universidades y buenos profesionales y con un pueblo inteligente y educado, que tienen baja capacidad de gobierno.
Las reglas del juego político-institucional definen el espacio de variedad en que los dirigentes pueden desarrollar sus capacidades, acumular experticia y construir una determinada capacidad de gobierno como necesaria o superflua en la práctica política. Esas reglas pueden premiar o castigar la improvisación, el inmediatismo, el clientelismo, el engaño, la corrupción, la ineficacia para enfrentar los grandes problemas, la falta de creatividad y la irresponsabilidad ante el pueblo mandante. Pueden poner también más énfasis en la experticia electoral que en la de gobierno, en el desempeño personal más que en la eficacia social, y en la respuesta del momento y de la coyuntura más que en el gran proyecto social.

CAPACIDAD DE ELEGIR GOBERNANTES
PERO NO DE EVALUARLOS Y DE PARTICIPAR

La capacidad de gobierno se desarrolla sólo si es necesaria y funcional a las reglas del juego político. En América Latina, detrás de la baja capacidad de gobierno está la crisis del estilo de hacer política, que le entrega al ciudadano la capacidad de elegir a sus gobernantes, pero le niega la capacidad de evaluarlos periódicamente y de participar en la gestión de gobierno. Ese estilo de hacer política se nutre de varios antecedentes históricos y se manifiesta en las características del liderazgo.

Este liderazgo reproduce las reglas del juego político y frena las posibilidades de elevar la capacidad de gobierno. La crisis se agudiza en la medida en que los grandes problemas se agravan y el acto de gobernar se disocia de los esfuerzos por enfrentarlos. Pareciera que los grandes problemas son considerados inevitables, es decir parte del paisaje. La población no se resigna ante la incapacidad de sus gobiernos y expresa su repudio buscando nuevos liderazgos personales y desvalorizando los partidos políticos. La población no puede diferenciar entre la gobernabilidad y la capacidad de gobierno y por consiguiente, repudia crecientemente los liderazgos políticos tradicionales. La democracia no tiene la protección de la eficacia y su futuro está en peligro. ¿Qué pasa con nuestros líderes? ¿Por qué no interpretan correctamente el mensaje?

SOBRECARGADOS DE TRABAJO
Y FUERTEMENTE TENSIONADOS

Conviene distinguir entre las características personales de los líderes y las características institucionales de las posiciones de liderazgo, así como entre la capacidad personal e institucional del gobierno.

Las posiciones de liderazgo condicionan la práctica y la personalidad de los líderes, exigen asumir una representación y entrar en la jaula de cristal, y con independencia de la personalidad de los líderes, generan procesos prácticos bastante comunes que terminan por afectar la formación misma del carácter del dirigente. Las posiciones de liderazgo tienen varias características comunes:

Sobrecarga cuantitativa de trabajo. Son muchas las actividades rutinarias, rituales e intermedias que toman gran parte del tiempo y la energía de los líderes. Sus agendas están siempre sobresaturadas. Sin considerar las actividades simbólicas, en la alta dirección central de un gobierno latinoamericano se toma un promedio de tres mil decisiones mensuales, distribuidas así: decisiones muy importantes (5), decisiones importantes (45), decisiones significativas (300), decisiones rutinarias (2,650). Pero todas estas decisiones compiten, casi con igual peso, por el tiempo del dirigente.

En esta sobrecarga de trabajo influye una característica esencial del proceso político: el liderazgo es transitorio y está siempre en peligro de reemplazo. Por ello, el líder debe invertir parte significativa de su tiempo en actividades destinadas a mantener su posición de liderazgo. Cuando se entra al alto gobierno, la lucha política no cesa. Por el contrario, se elevan sus exigencias. Así, el líder debe enfrentar muchos problemas intermedios que la población no siente ni valora. Sin embargo, para el dirigente la acción eficaz sobre los problemas intermedios es una inversión indispensable para renovar constantemente su liderazgo amenazado.

Sobrecarga cualitativa de trabajo. Deriva de complejos problemas no bien estructurados o cuasi estructurados que debe enfrentar, siempre nuevos, sin soporte apropiado de conocimientos, con presión de tiempo y en condiciones de tensión situacional. El líder debe decidir sobre muchas cosas que no conoce. En los sistemas altamente centralizados esto resulta aún mucho más agobiante.

Sometimiento a fuerte tensión situacional. La repetitividad de condiciones de angustia, de responsabilidad y tensión crea peligrosas posibilidades de error en el manejo de decisiones en situaciones de crisis, donde inevitablemente se deben tomar decisiones en el momento, bajo extremas condiciones de tensión, desequilibrio emocional, peligro, zozobra y, a veces, pérdida del control del tiempo. El dirigente está expuesto a caer en decisiones de pánico: “huir hacia delante” -un tipo de extremismo peligroso-, retroceder en caos, abandonar innecesariamente los objetivos, subutilizar el poder acumulado, abandonarse a las circunstancias, caotizar las trayectorias de las acciones, refugiarse en la pasividad a la espera de que los problemas se resuelvan solos, etc.

Limitaciones a la vida normal. La protección cortesana y el ejercicio del poder de pasillo hacen que el líder esté sujeto a una constante presión de los otros por tener acceso a él. La protección cortesana es una respuesta a las presiones por el acceso, pero esa protección, si bien aparece como un control de puertas, en el fondo opera como un control de su mente. Por esta vía el líder pierde parte de su capacidad de vivencia y percepción directa de la realidad, limitación que es defectuosamente compensada por informes y apreciaciones de su círculo más íntimo. Así, la protección cortesana distorsiona la apreciación situacional del líder y condiciona la enumeración de las posibles opciones de acción frente a ella.

Tendencia al mal uso del tiempo y de la atención. Se refuerza el problema anterior, porque el líder siente que la formalidad de la planificación de su tiempo en una agenda lo aprisiona y reduce su tiempo de libertad. La agenda formal contiene pocas importancias y muchas urgencias. En la agenda real, esta relación es aún peor.

MANIPULADO Y LIMITADO,
PRISIONERO DE POMPAS Y RITUALES

Refuerzo de los defectos y errores. Los allegados, los aduladores, la necesidad de un círculo íntimo, el respeto y el miedo al dirigente, la devoción leal pero enfermiza, la competencia por servirlo, la pugna por acceder a él llamando su atención, el oportunismo cortesano, etc. son algunas de las causas de un proceso donde se refuerzan los defectos y errores. En lugar de desarrollar su capacidad de corregirlos oportunamente, el tiempo intensifica la incapacidad de corregirse de un dirigente, rodeado de halagos y protegido por el filtro que le cierra el paso a las críticas supuestamente interesadas de los opositores. Hay que evitarle al presidente los disgustos. Los bufones de la corte son necesarios y bienvenidos. Los críticos sinceros duran poco tiempo al lado del líder. Esto lo aleja de la realidad y su visión se distorsiona en la misma medida en que se agranda su propia autoestima. Los líderes tienden a ser vanidosos y soberbios y necesitan el refuerzo del halago.
Esta característica de las posiciones de liderazgo es muy curiosa, pues los líderes políticos son víctimas concientes de ella y no pueden alegar ignorancia. Uno de los Papas más corruptos de la época negra de la Iglesia Católica, Alejandro VI, un Borgia del siglo XV, dice en un Concilio: El más atroz de los peligros para cualquier Papa está en el hecho de que, cercado como vive de lisonjeadores, jamás escucha verdades sobre su persona y acaba por no querer escucharlas. Y Alejandro VI se caracterizó justamente por su depravación, venalidad y sordera ante cualquier asomo de crítica. Si aceptamos esta cita y muchas otras que nos ofrece la historia, debemos concluir que la ceguera del poder, como forma particular y aguda de la ceguera situacional, es inevitable aún para los líderes más inteligentes.

Manipulación hacia opciones restringidas. Los líderes están generalmente limitados al conocimiento de muy pocas opciones, y éstas están muchas veces encajonadas en el espacio de la continuidad de lo mismo. Bárbara Tuchman, en el excelente libro A marcha da Insensatez (1984), refiriéndose a muchas experiencias históricas de gobierno, que cubren desde la operación Caballo de Troya hasta la guerra de Vietnam, dice: La insensatez presente en estos ejemplos pertenece a la categoría de autoaprisionamiento del raciocinio: no disponemos de otra alternativa. En la historia política latinoamericana éste es un argumento constante en defensa de un plan ineficaz o ineficiente: es la única alternativa posible.

Prisioneros de pompas y rituales. Terminan por envolverlos y crearles un entorno de comodidad complaciente y gratificante, que hiperrefuerza su ego y multiplica la distorsión de sus visiones. La jaula de cristal es cómoda y agradable, pero de afuera hacia adentro no se ve la misma realidad que de adentro hacia fuera. El cristal de la jaula no sólo deforma las imágenes sobre la realidad, sino los valores con que el líder la observa. La ética del poder es distinta de la ética de la oposición o de la ética del hombre común.

Hipertrofia de su seguridad y confianza en su experiencia. Estas características lo llevan a reforzar su pragmatismo y a desvalorizar la asesoría profesional. El cargo de importancia conduce a la hipervaloración de la experiencia, disociada del capital intelectual con que se acumula. Pero la importancia del cargo no compensa la importancia de la diferencia de capital intelectual con que se ejerce. Es común que el líder sufra del síndrome del vencedor, que crea confianza, a veces sin base, en la superioridad de sus capacidades.

LIMITACIONES EN LA PERSONALIDAD
Y LIMITACIONES DE TIEMPO

Limitada capacidad para discernir. Discernir con profundidad las cualidades y deficiencias de los equipos técnicos en los cuales debe confiar es una tarea ante la cuál el líder se ve limitado. Sólo puede calificar a sus colaboradores técnicos por referencias indirectas y visiones públicas de prestigio. Tiene una propensión a privilegiar la lealtad por sobre la capacidad, que se combina con una inclinación a la relación paciente-médico, que lo mueve a entregar su confianza a otros en el ámbito de los problemas que no conoce. En América Latina, la relación del líder con los técnicos tiende a ser una relación de fe y credibilidad, en vez de ser una interacción sinérgica de experiencias y conocimientos entre la política y la técnica.

Limitación de tiempo para mostrar efectividad. El líder vive períodos de gobierno demasiado cortos para problemas demasiado largos y períodos demasiados cortos de capacidades. La posición del gobernante es transitoria en las democracias y se ejerce en períodos demasiado breves, si de lo que se trata es de darle continuidad a un buen gobierno. Y a veces, en los malos gobiernos ocurre todo lo contrario y la población quisiera que se fuera cuanto antes. En el primer caso, se perjudica la eficacia del proceso de decisiones, pues se desanima al gobernante para emprender los grandes proyectos de larga maduración con los que se enfrentan los grandes problemas, y se limita su capacidad de hacer un aprendizaje eficaz en el gobierno. En el segundo caso, se hace más lenta la capacidad de corrección, pues se debe esperar hasta el inicio de un nuevo gobierno para redefinir los planes.

Aquí debe destacarse también que el valor del tiempo en las posiciones de liderazgo es distinto al principio y al final del período de gobierno. Una semana en el primer mes de gobierno vale por varios meses en el período de término. Por ello, el desperdicio de los seis primeros meses de gobierno puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Infelizmente, los conductores tienden a pensar en serio en sus planes de gobierno sólo cuando han superado las dificultades de la campaña electoral. Es como si no pudieran pensar, al mismo tiempo, en la estrategia electoral y en la estrategia de gobierno. Esta dificultad para combinar ambas estrategias en el momento electoral responde a un estilo viejo de hacer política, muy arraigado en América Latina, donde el momento electoral se disocia casi completamente del momento de gobierno, en una suerte de simulación teatral del momento electoral que linda con el cinismo político.

LA INFORMACIÓN, EL EQUIPO
Y LA TENTACIÓN DE LA CORRUPCIÓN

El peso de la responsabilidad y la amortiguación de la información. Estas dos realidades producen en el líder el miedo a innovar. Así se refuerza la tendencia a buscar refugio en la corriente de opinión dominante. El promedio del consenso se convierte en la regla más segura de conducta para minimizar los flancos de ataque, pero al mismo tiempo es la medida de la mediocridad. La creatividad y la innovación aparecen como una posibilidad de ridículo social o a lo menos, como un riesgo innecesario de experimentación que puede ser muy costoso. La indecisión crece en proporción a la importancia de las decisiones y el valor de los problemas. Por consiguiente, el miedo a innovar conduce a ignorar los grandes problemas y a transformarlos en parte del paisaje social. Por ello, desgraciadamente, las posiciones de liderazgo, salvo excepciones notables, tienden a convertirse en posiciones de administración continuista.

Dificultad para trabajar en equipo. Si se trata de grupos superiores a siete u ocho personas que tienen distinto vocabulario, y de personalidades muy diversas que responden a una variedad de intereses y poseen una formación intelectual o profesional que genera visiones encontradas, es muy difícil e incómodo trabajar en equipo.
Sobre este punto es ilustrativo el análisis de Stephen Wayne (The United States y Advising the Rulers), cuando señala que desde Franklin Roosevelt, los presidentes de Estados Unidos prefieren tratar con los miembros de su gabinete en forma individual. La dificultad para trabajar en equipo al parecer sobrepasó la reconocida fuerza de voluntad del presidente Jimmy Carter, quien, según este estudio, mostró este récord: reuniones de gabinete en el primer año: una cada semana; en el segundo año: semana de por medio; en el tercer año: una al mes; en el cuarto año: sólo ocasionalmente.
En el caso latinoamericano se respeta, en general, la formalidad de las sesiones de gabinete, pero los problemas realmente importantes se tratan en pequeños grupos, más homogéneos, fuera del Consejo de Ministros. Es otra forma de eludir el trabajo en equipo.

La tentación de la corrupción. La posición de liderazgo crea la posibilidad de abusar del poder y de utilizar la posición pública en beneficio personal. Cuando el sistema social relega los valores éticos y sufre un vacío ideológico, el hombre, sin la guía de objetivos superiores, busca satisfacer individualmente sus necesidades más primarias. Las altas posiciones de liderazgo están sometidas al control y a veces al miedo de la sanción social y ello frena el abuso. Pero esa posición también crea el acceso a una gran variedad de valiosos recursos públicos y magnifica la tentación del enriquecimiento económico, del despotismo político y de la arbitrariedad social. Si el control social es laxo y a veces cómplice, el dirigente tiende a ser vencido por la tentación del beneficio personal, especialmente si su capital intelectual es pobre. Los criterios de beneficio personal pueden llegar a dominar a los criterios nacionales o sociales. El dirigente vive entre la tentación y el deber.

CARACTERÍSTICAS PERSONALES:
EL LÍDER TRANSFORMADOR

Antes de sufrir en su personalidad el impacto del ejercicio superior del poder, los líderes, aún en su etapa de aspirantes, tienen características poco comunes. La palabra líder esconde, sin embargo, personalidades muy distintas y complejas. El liderazgo de Napoleón es muy distinto del de Adenauer y el de Atila muy distinto del de Gandhi. En estas diferencias no sólo influyen las circunstancias, las culturas y la época, sino elementos complejos de la formación misma de la personalidad. En América Latina, el estilo de gobierno de Fidel Castro tiene poco en común con el que tuvo Daniel Ortega, y éste muestra enormes diferencias con el que tuvieron Alfonsín en Argentina o Sarney en Brasil. Hay líderes que no parecen líderes y otros que sobreactúan de forma avasallante.

La tarea de caracterizar la personalidad de los líderes no puede escapar a las caricaturas, pero tampoco se puede eludir al abordar estos temas. Conscientes de la caricaturización, usaremos una tipología pura que admite una gran variedad de combinaciones y dosificaciones en la conformación de la personalidad real de tres tipos de líderes: el líder transformador, el líder administrador y el líder sin proyecto. Muchas de las características del cargo afectan en forma similar a estos tres tipos puros de líderes. Pero ello, con su efecto homogenizador, no alcanza a compensar sus marcadas diferencias de personalidad.

El líder transformador es un luchador dominante, agresivo e inagotable. Se caracteriza por un rechazo tajante al pasado y una distinción borrosa entre la audacia estratégica y la aventura. Los líderes transformadores son hombres de inteligencia superior y carismáticos, pero están sujetos a una alta ceguera situacional. Por lo general tienen un ego muy desarrollado que a veces llega a estados enfermizos. Padecen de una inclinación al triunfalismo, a la centralización burocrática y a un ideologismo exagerado. Concentran, no delegan, y no se dejan asesorar. Son personalidades fuertes y dominantes, soberbias, algo sordas, que no admiten errores ni demandan consejos. Pueden justificar todo por la acción de los oponentes o los errores de sus colaboradores.

Tienen una gran capacidad para crearse los enemigos y amigos que necesitan para gobernar en cada momento. Normalmente, quedan atrapados en el dilema de elegir entre la confianza política, para fortalecer el avance del proceso de cambio, y la capacidad tecnopolítica, necesaria para que el proceso de transformación sea menos costoso y desorganizado. Son locomotoras fuera de rieles que hacen nuevas vías y arrastran el cambio situacional a una velocidad que difícilmente puede alcanzar el sistema de planificación más moderno. Por ello son grandes desorganizadores-organizadores, pero con sus decisiones centralizadas desorganizan, al menos en una primera etapa, a mayor velocidad que lo que pueden organizar. En este proceso transitorio de desorganización caótica no delegan nada, pero tampoco asumen sus errores y tienen poca capacidad de corrección.

Muchas veces son mejores estrategas que el mejor de sus asesores, lo que refuerza su autonomía y la práctica del cálculo en solitario. Se trata de hombres que crean o abrazan con gran fuerza las ideologías y son conducidos por ellas a un exceso de voluntarismo, de manera que en sus reflexiones dominan ampliamente las consideraciones normativas -valores, creencias, dogmas religiosos, etc.- sobre las prescriptivas -las ciencias-. Por la misma razón de su fe, intentan imponer sus creencias. Sienten la necesidad de hacerle el bien a la fuerza a las mayorías postergadas del proceso, pero también desposeídas -según ellos- de la capacidad para comprender el proyecto del líder.

El líder transformador quiere pasar a la historia y se siente con la fuerza necesaria para tomar decisiones críticas y trágicas. Tienen la capacidad fría de disponer de la vida y el sacrificio de otros hombres o de toda la sociedad, porque se sienten llamados a cumplir una tarea histórica y porque ellos mismos comparten todos los riesgos. Cuando este líder transformador no sólo es exitoso en mantenerse en el poder, sino principalmente eficiente y eficaz para alcanzar los resultados que promete, nos encontramos ante un gran estadista que deja la marca de su paso en el tiempo social. En contrapartida a sus aciertos, este líder transformador es capaz de cometer errores de magnitud histórica proporcionales a la grandeza de sus ilusiones. Paradójicamente, estas personalidades transformadoras pierden la noción del tiempo y envejecen conservadoramente por su incapacidad para acompañar la evolución del proceso social.

EL LÍDER ADMINISTRADOR
Y EL LÍDER SIN PROYECTO SOCIAL

El líder administrador es pragmático, gradualista y desconfiado de las ideologías. Es como un tractor con rieles, una locomotora más lenta, pero de increíble perseverancia. No es creador de direccionalidad sino un buen empresario de ella. Tiene un ego bien desarrollado y competitivo, es tan personalista como el líder transformador, pero no se siente llamado a hacer historia sino a administrar las situaciones, a seguir por los mismos rieles ya probados y seguros. No se pregunta por las reglas del juego sino por el buen desarrollo del mismo. Aborrece el caos y el desorden en la misma medida en que valora la eficiencia. No intenta grandes cosas, solo quiere que la situación mejore y en el peor de los casos, que no se deteriore y ponga en peligro la continuidad del avance gradual. Tiende a tener una responsabilidad más partidista que nacional. Por su mismo carácter, se satisface más en el narcisismo del poder que en las grandes realizaciones. En un extremo puede ser un conductor hábil del cambio gradual, sobrio, seguro, serio, perseverante y cauteloso, capaz de producir progreso social. En otro extremo, puede ser un gobernante fuera de tiempo y arrastrado por las circunstancias. En ambos casos, no busca las grandes decisiones críticas y aborrece las decisiones trágicas.

El líder sin proyecto social es un gran individualista: se orienta por un proyecto personal. Quiere el poder porque ama el poder. Él piensa su proyecto personal y delega en otros la elaboración del proyecto de gobierno necesario para crearle viabilidad a su proyecto personal. Generalmente, es un experto en micropolítica, un buen conocedor de las debilidades humanas y un eficiente utilizador del clientelismo político. Es ambicioso y egocéntrico. Vive de formalidades y lugares comunes. Diestro en el sistema electoral y en las relaciones públicas, acomoda su moralidad laxa a las necesidades realistas de la lucha política. Acepta a los hombres como son y no los juzga, sólo los utiliza. Es un buen nadador en el mar de la política, pero siempre a favor de la corriente dominante. Su capital intelectual es generalmente pobre, pero esa deficiencia la compensa con astucia, viveza, agilidad mental y sentido de la oportunidad. Es un gran pragmático despreocupado del debate ideológico, pero con un gran sentido práctico de la acción. Calcula siempre en relación a la rentabilidad inmediata de las opciones que enfrenta. Rehuye las declaraciones precisas y se refugia en la ambigüedad para situarse en el espacio político que percibe con mayores posibilidades.

LOS LÍDERES EN SUS TIEMPOS

A veces, el sistema social genera los líderes que necesita en cada situación. Otras veces los produce antes o después de tiempo. Ante esta contradicción vale la pena recordar a Marx cuando dice que los hombres hacen la historia, pero no en las circunstancias que ellos eligen. Así, nos encontramos con líderes que buscan la revolución en épocas de prosperidad, y administradores que navegan en el gradualismo cuando el sistema está agotado en sus posibilidades de progreso. La historia nos ofrece líderes innovadores sin oportunidad de innovar y situaciones declinantes que reclaman la innovación sin que aparezcan los líderes transformadores. En ciertas circunstancias, aunque transitorias, el sistema encuentra su propia dinámica al margen del liderazgo político. Pero, en tiempo o con atraso, son los líderes o las fuerzas por ellos dirigidas quienes comandan el proceso de aprovechar las oportunidades que abre el sistema social.

El liderazgo del buen administrador, y especialmente el del gran transformador, actúan como tractores y locomotoras de la historia. Los grandes cambios sociales han sido siempre guiados, y muchas veces arrastrados, por el liderazgo personal. A veces como saltos veloces y bruscos en la historia, otras como el resultado perseverante y menos espectacular del gradualismo lento y eficaz de un tractor.

LIDERAZGO AUDAZ Y VISIONARIO:
AVENTURA Y PRUDENCIA

El líder poderoso no es necesariamente audaz. El líder débil no es siempre prudente o conservador. ¿Cuál es el límite entre la audacia y la aventura? ¿Cuál es límite entre la prudencia y la pasividad? Éstas son preguntas importantes que no tienen respuestas precisas.
En la audacia o la prudencia de una estrategia confluyen tres variables: la envergadura del proyecto acometido, la dosis de innovación que introduce el proyecto compatible con su solidez, y la relación entre estas dos primeras variables y el peso del líder que acomete el proyecto: sus capacidades (capital intelectual y capital de experiencia, energía y reputación), los recursos que controla (en el Estado, en el partido), su soporte externo (apoyo de la comunidad internacional) y las adhesiones populares, sociales y de personalidades con las que cuenta.

El máximo de audacia se produce cuando el líder acomete un proyecto de gran envergadura e innovación a partir de una relación de peso débil frente a las posiciones oponentes. En cambio, el máximo de prudencia implica subutilizar el peso acumulado para acometer proyectos modestos y bien experimentados. Pero, ¿cuándo se transforma la audacia en aventura? ¿Cuándo se convierte la prudencia en pasividad?
Un principio de respuesta puede ser ésta: aventura es emprender un proyecto o un plan conflictivo e innovador que exige recursos de poder no sólo superiores a los acumulados por el líder en su vector patrimonio, sino superiores a los posibles de concitar en el vector momento. La aventura conduce a la inviabilidad del proyecto. Audacia, en cambio, es emprender un proyecto o un plan conflictivo e innovador exigente en recursos superiores al vector patrimonio, pero alcanzables con el vector momento que, en esa circunstancia se eleva sobre el vector patrimonio a causa del impacto mismo del proyecto ante la sociedad. Generalmente, la audacia se correlaciona con un insuficiente apoyo de las fuerzas sociales y una alta adhesión de la población no organizada. La prudencia y la pasividad pueden precisarse con los criterios inversos.

LOS OCHO SERVIDORES DEL LÍDER:
UNA TIPOLOGÍA

El líder necesita de servidores y los servidores buscan un liderazgo. En la jaula de cristal desarrollan sus actividades el consejero, el amigo, el maestro de ceremonias, el mayordomo, el bufón, el escudero, el informante, y el asistente.

El consejero ofrece el soporte del cálculo situacional frío. Es la fuente cognitiva del líder. El amigo o la amiga le brindan lealtad y el soporte emocional que todo ser humano necesita. El maestro de ceremonias se encarga de los rituales propios de la salida en escena. El mayordomo asume con humildad y total entrega las tareas rutinarias y, a veces, las tareas sucias. El bufón se encarga de la gracia, el humor y las limitadas diversiones que permite la jaula de cristal.

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El escudero lo protege y cuida para que nadie entre en la jaula de cristal, salvo con la anuencia del consejero, el amigo, el maestro de ceremonias, el mayordomo, el bufón, o él mismo. El informante le abre el acceso a las confidencias y a la verificación de los hechos relevantes para prever, decidir, amenazar, negociar y apartar los peligros. El asistente actúa a pedido y le ayuda en todas las tareas que genera el proceso de enfrentamiento de los problemas y se orienta hacia la promoción de las acciones que el líder se reserva personalmente.

Estas ocho funciones tienen una característica común: son cargos de confianza y de interacción desigual entre el servidor y el líder. Todos dependen más del líder de lo que el líder depende de ellos. No pueden actuar si pierden la confianza y la confianza depende más del agrado que de la eficacia. Todos deben ejercer, en alguna medida, la actividad del halago, con mayor o menor moderación.

Los servidores críticos son desagradables y pierden rápidamente su empleo y se aíslan de los más complacientes. Lo principal es que el consejero tecnopolítico debe competir por la atención y por el tiempo con el amigo, el maestro de ceremonias, el bufón, el escudero, el informante y el asistente. Todos son fuentes de información para el gobernante y le ofrecen sus consejos pero, según su desempeño ante el líder, valoran o desvaloran el canal de comunicación que representan. El equipo tecnopolítico del gobernante tiene, por consiguiente, que ganarse el cargo de consejero, pero no puede aspirar a ser la única fuente de consejos del gobernante en la jaula de cristal.

CADA SERVIDOR CUIDA UNA PUERTA

Cada uno de estos ocho servidores del líder cuida un puente levadizo y la puerta correspondiente. El palacio tiene muy pocos puentes levadizos y cada uno de ellos vale mucho. El consejero cuida la puerta de los consejos pero debe competir con las otras puertas por donde se cuelan los chismes, las conversaciones y las informaciones disfrazadas de propuestas de acción. El amigo o la amiga cuidan la puerta de los afectos, que también esconden consejos. El maestro de ceremonias cuida la puerta que podría abrirse a los intrusos, de manera que protege celosamente la agenda del dirigente. El mayordomo guarda la puerta de las rutinas y las logísticas menores. El bufón es un amigo especial, siempre genuflexo, sin pretensiones ni ambiciones, que vela en la puerta del descanso y las diversiones, en una posición no muy bien definida que le permite estar en todas las puertas aunque sin ser llamado intruso. El escudero cuida la puerta de seguridad, y por consiguiente, tiene la llave de todas las puertas, aunque sin exceso de presencia. El informante, servidor casi invisible, vigila las puertas de la información y le entrega al consejero análisis de inteligencia. El asistente es la hormiga que trabaja en la sombra, sin pretensiones inmediatas de reconocimiento político. En ausencia de un sistema de asesoría, de un equipo tecnopolítico, el dirigente valora los consejos que le llegan desde diversas fuentes según el valor del puente levadizo utilizado por el proponente.

Los técnicos aseguran que un estudio y una recomendación valen por sí mismas, por sus propios méritos técnicos. Pero ésa es una ilusión racionalista que no cabe en el palacio de cristal. El dirigente no es ni puede ser un experto, por lo tanto no puede valorar el contenido propositivo de un consejo técnico, sino la credibilidad o el peso del sujeto o grupo que lo patrocina. De esta manera, el valor técnico de un consejo está multiplicado por el valor del canal de comunicación utilizado. Si el valor del canal de comunicación es cero, el consejo vale cero. Esto explica la aparente irracionalidad de la toma de decisiones en la cúpula. A veces, una opinión infundada de un personaje importante, que tiene acceso a un buen puente levadizo, lanzada al azar en un almuerzo con el presidente, vale más que cinco años de estudio de un equipo de planificación. Esta argumentación queda expresada en la práctica con la siguiente cita de un ayudante del presidente Kennedy: Si usted formaba parte del grupo más fuerte, obtenía las mejores concesiones. Cuando no se podía alcanzar un compromiso, la coalición más grande -mejor dicho, la coalición más fuerte- debía ganar. Esto era frustrante. Los argumentos no significaban nada si se estaba en minoría a menos que esa minoría incluyera a Jackie Kennedy.

DEBILIDADES A LA HORA DE DECIDIR

Los sistemas de decisión que prevalecen en las posiciones de liderazgo, en parte influidos por el amiguismo y el grupismo, son los mismos que caracterizan a cualquier función directiva. Pero en este caso los defectos son aumentados por la notoriedad, el aislamiento y la soledad de la corte. Estos modos de decisión débiles interactúan sinérgicamente con los defectos de los líderes ya señalados. Algunas de estas debilidades de los sistemas de decisión son:

Incompetencia o falta de experticia. A menudo, faltan los conocimientos y las destrezas necesarias para un buen desempeño en el proceso de gobierno. Muchas veces estas capacidades podría suplirlas el líder con equipos adecuados disponibles en su país, pero a veces sus propias limitaciones no le permiten valorar y elegir bien entre los hombres a su alcance. Entre las deficiencias más comunes de los líderes están el desconocimiento de la economía, de las técnicas de organización, de protocolos para la toma de decisiones y de los métodos de planificación, monitoreo y análisis estratégico, sólo para citar las deficiencias de mayor impacto en su desempeño. A esto se agrega una cierta insensibilidad para captar estas deficiencias y corregirlas, influidos por la soberbia del pragmatismo y por la hipervaloración de su propia experiencia. En los casos minoritarios en los que estas deficiencias son autodiagnosticadas, pesan negativamente en su superación las presiones de tiempo, las predisposiciones, las incapacidades constituidas en la etapa de formación del capital intelectual y la ceguera situacional. De manera que durante el ejercicio del gobierno es muy difícil que el líder adquiera los conocimientos de los cuales carece. Sólo muy pocos líderes tienen la capacidad de acumular experiencia durante el gobierno. Si se agregan a estas condiciones las limitaciones provenientes del entorno de la función de liderazgo ya mencionadas, se comprenderá que el dirigente tiene escasos incentivos para el aprendizaje. Sin embargo, hay dirigentes que se agrandan en el poder porque tienen una alta capacidad de aprendizaje a partir del valor de su capital intelectual.

Ceguera situacional. La ceguera situacional es normal en todos los hombres, pero está hiperdesarrollada en los líderes, por las condiciones mismas que requiere la gestación y permanencia del liderazgo. Además, el líder está siempre en la línea de fuego, en situaciones calientes que limitan fuertemente el razonamiento frío. En efecto, muchas veces el líder está imbuido de fuertes sentimientos, necesidades, deseos, emociones, esperanzas, miedos, rencores, disgustos y otra gran variedad de fuerzas efectivas. El líder aprecia esas situaciones en caliente y ello, a veces, deteriora la calidad de su desempeño.

Otras veces, por el contrario, esa ceguera situacional es la fuerza fanática que rompe todo cálculo de posibilidades y logra lo imposible, para bien o para mal. Entre las fuentes de la ceguera situacional debemos señalar la limitación del foco de atención, los preconceptos rígidos, la dificultad para situarse en la posición del otro, el vocabulario reducido, una cierta incapacidad para visualizar los problemas futuros, la disonancia cognitiva que suprime la información dolorosa, la sobrecarga de información, etc.

Distorsiones de la razón humana, dado que la mente y el razonamiento humano sufren de varias propensiones internamente construidas que conducen al error. Entre éstas se cuentan: el impresionismo circunstancial, entendido como la proclividad a sobrevalorar las piezas de evidencia débiles pero muy notorias o salientes; el condicionamiento de la búsqueda de soluciones en el marco de un análisis que replica mecánicamente causalidades anteriores -en 1975 cuando controlamos la variable x, se desbordó la variable z, por consiguiente no debo hacer lo mismo hoy sin pagar las mismas consecuencias-; y el obstinado apego y persistencia en una solución una vez decidida, a pesar del surgimiento de contraevidencias que la sobrepasan.

Estas tres distorsiones del razonamiento humano han sido bien estudiadas. Las propensiones de la mente humana al error cuando se enfrenta a la incertidumbre son particularmente malignas para los líderes, pues los mueven a creencias o temores injustificados que inhiben su acción oportuna o desatan su acción inoportuna o precipitadamente; a razonamientos mecánicos que limitan injustificadamente las posibilidades de solución; y a una incapacidad de corregir los errores.

ATENDER URGENCIAS
DESCUIDANDO IMPORTANCIAS

El monitoreo de sistema de decisiones privilegia las molestias estridentes o dolorosas y no detecta bien las cosas importantes que van silenciosamente mal. En cierta forma tiene las mismas debilidades que las señales del mercado. Una huelga concentra más atención, tiempo y reflexión de los dirigentes, porque los perturba ahora, es algo muy concreto y tienen experiencia para manejarla. En cambio, la pérdida de peso relativo de su país dado el desarrollo tecnológico mundial es un problema que no produce dolor ahora, es algo confuso en sus causas, manifestaciones y consecuencias y generalmente no sabe bien cómo manejarlo. Es como el enfermo que atiende de inmediato las molestias de una alergia en la piel, porque la señal de atención es una picazón molesta e insistente, pero no atiende a su diabetes que lo pone en peligro de muerte, porque es una enfermedad que no emite señales dolorosas de alarma.

De la misma manera, las señales de atención y alarma del sistema social no son proporcionales a la importancia, sino a las molestias inmediatas que se expresan como urgencias. Atendemos a los grandes problemas sólo cuando se agravan hasta el extremo de mostrar síntomas reconocibles. Por ello, los sistemas de decisión vuelcan su foco de atención hacia las urgencias y descuidan las importancias.

Tuesday, November 08, 2016

Hacia un Foro Social de Internet: Por qué el futuro de Internet necesita movimientos de justicia social



Colectivo Promotor del FSI


ALAI AMLATINA, 08/11/2016.-

  • 1. Introducción

Al igual que los cambios tecnológicos anteriores, Internet y la revolución de la conectividad electrónica en redes ofrecen la promesa de un mundo mejor y más equitativo para todos y todas. Sin embargo, es cada vez más evidente que algunas élites están utilizando los beneficios de estos progresos en su provecho, consolidando de esa manera sus posiciones generales de control. Las corporaciones globales, a menudo en asociación con los gobiernos, están enmarcando y construyendo esta nueva sociedad para responder a sus propios intereses en detrimento de un interés público más amplio.

Varios sectores centrales de los países ricos, en vías de desarrollo y menos desarrollados ya están sufriendo perjuicios y transformaciones importantes; por ejemplo la venta minorista es afectada por Amazon, los medios de comunicación por Facebook, la hotelería por AirBnB y los taxis por Uber. Además, Google y Apple están muy avanzados en la valorización y la mercantilización digitales de los aspectos más ínfimos de nuestras vidas personales y sociales. Con una mirada superficial, muchos de los nuevos servicios y modelos de prestación parecen benignos e incluso positivos, y de hecho aportan beneficios tangibles a algunas personas e instituciones, hasta el punto que muchos están dispuestos a renunciar voluntariamente a la protección de los datos personales y la privacidad.

Sin embargo, un análisis más profundo revela cambios por debajo del nivel de detección del radar que provocan alteraciones sociales fundamentales, generan nuevas formas de desigualdad y profundizan las divisiones sociales existentes. Sin un debido control, estos cambios podrían ser precursores de dinámicas institucionales y de modelos empresariales autorizados digitalmente que socavarán seriamente los derechos arduamente adquiridos por trabajadores/trabajadoras y ciudadanos/ciudadanas y erosionarán significativamente los regímenes de bienestar social y, en última instancia, las instituciones democráticas. Se requieren rigor analítico y una militancia comprometida para combatir estos modelos sociales y empresariales emergentes y desarrollar alternativas apropiadas que promuevan activamente la justicia social.

Esto es particularmente válido en lo que respecta la transformación interna de los distintos sectores, facilitada por la agregación y el análisis de microdatos a nivel global. En consecuencia los macrodatos (“Big data”) están creando nuevos paradigmas en numerosas áreas. Por ejemplo, el concepto de “ciudades inteligentes” es presentado como un nuevo modelo de gobernanza basado en datos que podría reemplazar a los procesos políticos y democráticos. Sin embargo, a diferencia de las transformaciones a nivel del consumo, estos cambios son en gran medida invisibles y están transformando los términos y las condiciones de empleo y trabajo, los conocimientos a los que podemos acceder, las relaciones básicas de poder económico y, en última instancia, los derechos personales. La implementación de estos paradigmas afectará a todos, ya que su influencia se extenderá a través de los diferentes sectores sociales y económicos y se convertirán en la corriente dominante en todos los países y en todas las clases socioeconómicas.

Es fundamental y urgente oponerse a estas dinámicas mientras se esté atravesando el rápido período formativo de un nuevo paradigma social, en el cual casi todas las instituciones sociales de la era industrial están siendo socavadas por la fuerza transformadora de una revolución de redes y datos. Es ahora, durante esta “fase de diseño”, que el compromiso de los movimientos sociales progresistas será más fructífero.

Sin embargo, mientras que los actores dominantes se organizan en redes electrónicas consolidadas y están en camino de configurar la sociedad digital para satisfacer sus propios intereses, las fuerzas progresistas recién están transitando las primeras etapas en las que se definen e identifican los problemas, por lo general alrededor de un tema específico. Hasta el momento es muy poco lo que se avanzó en la creación de redes, el desarrollo de colaboraciones y alternativas apropiadas, la elaboración de estrategias y la adopción de medidas a un nivel más amplio.

El Foro Social de Internet (FSI), a través de sus diversos eventos y acciones, ofrecerá una respuesta a estos problemas centrada en las disputas reales de quienes luchan por la justicia social. El FSI plantea construir un espacio dinámico y productivo para el diálogo y la acción en los diferentes sectores sociales y grupos de interés con el fin de sensibilizar, informar, educar y movilizar a la sociedad civil global para promover un cambio político. Desde este espacio buscaremos e implementaremos activamente alternativas concretas y coherentes que guiarán y energizarán a los movimientos sociales innovadores emergentes y conducirán hacia una vía de desarrollo más sostenible que consolide los derechos humanos y los logros en el ámbito de la justicia social.

La idea de lanzar un FSI surgió inicialmente como un legado de los logros de la sociedad civil durante las dos Cumbres Mundiales sobre la Sociedad de la Información (CMSI) patrocinadas por la ONU en 2003 y 2005. No obstante, después de un análisis retrospectivo, los miembros del colectivo FSI piensan que estos logros se centraron demasiado en las preocupaciones relacionadas con Internet y las TIC y no lo suficiente en la forma en la que estos factores podían transformar la vida cultural, política, social y económica, como de hecho lo están haciendo ahora. 

En su carácter de Foro temático del Foro Social Mundial y en la aplicación de sus principios, el FSI se inspira en la máxima que afirma que “Otro mundo es posible”. El proceso del FSI está aún en sus albores, pero la maquinaria ideológica que anuncia un nuevo orden normal ya está funcionando. Ya se le está vendiendo al público un futuro utópico: un mundo de servicios gratuitos y comodidad y ocio crecientes. Esta visión del futuro debe ser radicalmente criticada y denunciada por lo que realmente es: la ola más reciente de acumulación de capital promovida por la tecnología. Esta ola es particularmente peligrosa debido al potencial de transformación de estos cambios tecnológicos y a su aparición en una época en la que el neoliberalismo, a pesar de haber sufrido un descrédito teórico y práctico, sigue impulsando firmemente la agenda global.

A medida que el desafío de responder a preocupaciones sociales mucho más amplias adquiere mayor importancia y que el riesgo de perder derechos arduamente adquiridos en distintos ámbitos de la justicia social (salud, educación, medio ambiente, igualdad de género, desarrollo económico, etc.) aumenta, el grupo de facilitación del FSI convoca a los movimientos de justicia social de todo el mundo, así como a otras personas y organizaciones interesadas, a comprometerse con el proceso del FSI.

  • 2. Tendencias mundiales preocupantes

La sociedad global se encuentra a punto de sufrir un cambio profundo impulsado por el dominio rápidamente emergente de una nueva especie de entidades corporativas transnacionales y neoliberales que utilizan el argumento persuasivo que sostiene que la industria privada no sólo debería desempeñar un papel en la solución de muchos de los problemas más graves y urgentes de la sociedad sino también liderareste proceso. Las preocupaciones acerca de la forma en la que la evolución de Internet está afectando el entorno social y económico, incluyendo las nuevas áreas de riesgo como la minería de datos y la vigilancia, pierden significancia frente a las alarmantes posibilidades que se abren a medida que este nuevo paradigma de macrodatos ocupa un lugar cada vez mayor en la trama y la estructuración formativa de la corriente dominante en los ámbitos económico, social y cultural.

La primera generación de corporaciones transnacionales basadas en Internet y en los medios de comunicación social ha sido acusada, no sin razón, de debilitar la identidad colectiva, conspirar contra el sentimiento de privacidad y reducir la capacidad de acción del ciudadano o incluso del consumidor. Otros actores corporativos, desde la industria agroquímica hasta la hostelería, muchos de ellos nuevos, se vuelcan hacia la creación de modelos de negocio basados en redes y datos y están dispuestos a explotar plenamente esta “nueva normalidad”, transformando un sector social y económico tras otro en máquinas de generar ganancias, muchas veces en detrimento de los servicios y espacios públicos y de los derechos y las libertades trabajosamente adquiridos a través de varias generaciones.

Además, los algoritmos informáticos y la inteligencia artificial desempeñan un papel creciente no sólo en la vigilancia, sino también en el accionar de las fuerzas del orden, el otorgamiento de créditos financieros, la educación, el empleo, la salud y muchas otras áreas, incluso en el sector público. Existe un riesgo creciente de heredar y convalidar el sesgo de los datos recopilados por las instituciones y que ello conduzca a una agravación de la discriminación racista, sexista, étnica, clasista o etaria. Los militantes y los movimientos por la justicia social de todo el mundo deben preocuparse por estas cuestiones de fundamental importancia. Mediante una acción concertada, los militantes por la justicia social también serán esenciales para frenar la marea de estas inquietantes tendencias y desarrollar perspectivas y opciones alternativas.

En el contexto mundial, las estructuras de gobernanza de Internet actuales se encuentran en gran medida bajo el control de las corporaciones y de sus amigos en los principales gobiernos. Estas alianzas estratégicas buscan remodelar las estructuras de gobernanza global de manera que estén más alineadas con los intereses corporativos y del capital que con el interés público general, aun cuando parezcan incorporar a todas las “partes interesadas” como socios en la toma de decisiones. En última instancia esta estrategia forma parte, al menos en los hechos, de una agenda implícita más amplia cuya intención consiste en reemplazar las estructuras de gobernanza global democráticas (aún con todos sus defectos), por una gobernanza aún más opaca y vertical (“top-down”) por parte de las corporaciones. Esta situación determinará que los gobiernos nacionales, aun cuando representen genuinamente el interés público, y los procesos democráticos “participativos” de abajo hacia arriba, sean cada vez más impotentes frente a las fuerzas corporativas.

En esencia, estamos asistiendo a un ataque, de desarrollo lento pero inexorable, que amenaza numerosos frentes y sobre todo la noción misma de justicia social. Si esta estrategia resulta exitosa reducirá significativamente la importancia de las estructuras democráticas participativas como objetivos fundamentales y legítimos de la sociedad.

Para poder comprender plenamente los riesgos que conllevan estas tendencias preocupantes, construir una estrategia para oponerse a ellas y diseñar y crear alternativas eficaces, debemos iniciar y continuar un proceso de exploración profunda de estas dinámicas combinado con un compromiso a largo plazo de participación en acciones centradas en el cambio sistémico.

  • 3. Construir alternativas juntos a través del FSI

Los intereses neoliberales estratégicamente interconectados de todo el mundo están dispuestos a apoderarse de estas tecnologías para consolidar su dominación. La alternativa no solo consiste en ralentizar, o incluso detener, este proceso, sino en recuperar estas tecnologías para promover y fomentar la justicia social.

A pesar de que la tecnología digital está relacionada con la justicia social a través de su impacto sobre sectores específicos (gobernanza y democracia, educación, salud, derechos laborales, servicios públicos incluyendo el bienestar social, igualdad de género, medio ambiente, etc.) no puede ser concebida ni enfocada desde cada uno de estos ámbitos en forma aislada. Además de una comprensión y una respuesta específicas para cada sector, es importante abordar el fenómeno como un meta nivel o como un elemento infraestructural, dado que abarca estructuras sociales y dinámicas nuevas y emergentes en su conjunto. La mayor parte de las respuestas sectoriales se ha centrado en aplicaciones prácticas (o, en el mejor de los casos, en efectos adversos específicos) del fenómeno digital y no en sus construcciones y direcciones estructurales, las cuales de todos modos son difíciles de articular y abordar desde cualquier sector. Sin embargo, por su propia esencia y por la naturaleza de sus efectos, la revolución digital exige una respuesta holística e intersectorial.

Se necesita un espacio que facilite y fomente el aprendizaje y el accionar reflexivos orientados hacia la justicia social para comprender el significado de estos factores y actuar de la mejor manera para modificarlos. Esta es la razón por la que el FSI intenta comprometerse con aquellas y aquellos ya implicados en las luchas por la justicia social dentro de un amplio espectro de cuestiones y de sectores. El análisis exhaustivo y crítico, así como las experiencias de intervención positiva, revelarán la forma en la que estas mismas tecnologías pueden ser redirigidas hacia la justicia social y el cumplimiento de los objetivos democráticos. 

Algunos de los interrogantes que deben ser planteados son los siguientes:
  • ¿Qué significa justicia social en el contexto de las transformaciones inducidas digitalmente en diferentes problemas y sectores (medioambiente, seguridad pública, educación, transporte, salud pública, seguridad nacional, inmigración, etc.)?
  • ¿De qué manera estas tendencias digitales ya están afectando los movimientos de justicia social en todo el mundo?
  • ¿De qué manera se pueden analizar, criticar y modificar eficazmente las nuevas prácticas empresariales que dominan la era digital?
  • ¿Cuáles son las implicaciones de estas tendencias en la gobernanza global de Internet y en las estructuras de gobernanza en un sentido más amplio, así como también en la gobernanza y la democracia en general?

El colectivo FSI puede descubrir, documentar y apoyar alternativas prometedoras como las mencionadas en la siguiente lista ilustrativa:
  • Formas en las que el mundo de Internet, los “macrodatos” y la “inteligencia artificial” pueden contribuir al bienestar social y las estructuras de gobernanza necesarias para lograrlo.
  • Medios de comunicación de la sociedad civil y de los movimientos sociales que se pueden utilizar para educar, informar y fomentar la participación en las respuestas y acciones, tanto a nivel local como a nivel global.
  • Sistemas tecnológicos de propiedad comunitaria que sirven como alternativas a las infraestructuras digitales controladas por el gobierno o las corporaciones.
  • Proyectos de commoning en todo el mundo (open sourceopen knowledge, etc.) y el movimiento de la economía solidaria.
  • Herramientas de Internet para apoyar los movimientos de justicia social y la forma de vincularse con activistas de Internet para construirlos.
  • Ejemplos de activismo efectivo de las partes interesadas (por ejemplo, avances en el terreno de los derechos en Internet y de la privacidad, movimientos que promueven la neutralidad de la red o se oponen a la tasa cero (“zero-rating”), activismo de los accionistas orientado hacia la justicia social en los distintos sectores de la industria).
  • Lucha contra la vigilancia promoviendo la seguridad basada en la afirmación de los derechos fundamentales del usuario final mediante tecnologías sólidas de encriptación y de protección de la privacidad como alternativas al discurso de seguridad informática proclamado por las corporaciones y los gobiernos. 
  • Ejemplos exitosos en los ámbitos de la equidad de género y los derechos de la mujer en la formulación de políticas de TIC.
  • Perspectivas y enfoques específicos que pueden aportar los jóvenes en tanto que “nativos digitales”, dado que son los blancos principales de las estrategias corporativas digitales y a la vez representan uno de los grupos constructores de alternativas más articulados y creativos.

Octubre 2016

El colectivo promotor del FSI alienta a las personas y a los grupos interesados a ponerse en contacto con nosotros a escribirnos a la siguiente dirección: secretariat@internetsocialforum.net