Thursday, April 02, 2015

Viendo detrás de las máscaras: los temores mestizos se ven mejor en Cayalá



Pablo Rangel


Charles Hale en el libro "Más que un indio: Ambivalencia racial y multiculturalismo neoliberal en Guatemala" señala que existe una ambivalencia racial en el discurso de las y los ladinos1, en éste, se rechaza el racismo clásico, pero se mantienen prácticas que garantizan los privilegios en la jerarquía racial. Hay que señalar que el temor a la pérdida de estos privilegios en un mundo en el cual los pueblos indígenas reclaman el derecho a la dignidad e igualdad, asume diferentes máscaras para subsistir diluyendose en un discurso políticamente correcto que a veces es imposible ocultar. Mas allá del desencuentro, esta es una oportunidad valiosa para lograr desmontar a través del diálogo las agendas culturales ocultas que no permiten arribar a una sana interculturalidad.

Un atleta con liderazgo

Erick Barrondo en el grupo de los atletas nacionales es quizá el que más lejos ha llegado. En los Juegos Olímpicos de Londres, 2012 logró una medalla de plata para el país en la disciplina de marcha (20 kilómetros) Las medallas olímpicas han sido esquívas para el deporte nacional, la de Barrondo fue la primera obtenida en estas justas deportivas, además fue excepcional porque el deporte federado guatemalteco, si no es por el esfuerzo de entrenadores y por algunas características extraordinarias de los atletas, no logra sobresalir en un mundo competitivo. Al igual que Doroteo Guamuch (Mateo Flores, ganador de la medalla de oro en la maratón de Boston) y varios otros maratonistas, ciclistas y atletas nacionales, Erick Barrondo proviene de una familia indígena (Q´eqchí de Alta Verapaz) Su entrega al deporte, la disciplina y además una genética privilegiada han sido la conformación exitosa de Barrondo, quien además ha demostrado tener dotes de liderazgo y una amplia capacidad discursiva.

Después de haber ganado una medalla en los Juegos Olímpicos, el atleta fue transformado en héroe. Barrondo apareció en todos los medios de comunicación nacional, incluso un estadio fue bautizado con su nombre. Al regresar a su casa siguió fomentando el deporte y apoyando a los jóvenes para que practicaran marcha.

Tres años después de ganar la medalla en las Olimpiadas, Erick Barrondo continua entrenando y ganando más competencias, no obstante, pareciera que la sociedad mestiza lo quiere posicionar en un lugar que, desde su escala racial ,es el adecuado. Como expresan muchas personas, Barrondo debe ser "humilde" y además, "agradecido". Tal es el caso de un relato que se viralizó en internet, no se sabe si es cierto o falso. En éste una familia ve a Erick Barrondo en un restaurante, los niños de la familia querían fotografiarse con él. Según el relato, Barrondo señalo que estaba comiendo y no era posible en ese momento. La reacción de indignación no se hizo esperar, y principalmente al publicarlo en las redes sociales. A pesar de la falta de certeza acerca de este hecho, fue suficiente para que muchos cuestionaran su fingido aprecio hacia el atleta. ¿Cómo era posible que Barrondo, medallista olímpico, indígena, no reconociera que debe aceptar la admiración de una familia ladina? Esta rancia reacción de indignación, no se explica sino es en el contexto guatemalteco.

Otro hecho que hizo saltar a la parte más conservadora de la sociedad mestiza fue el planteamiento de la protesta por las condiciones deplorables en que obligan a movilizarse al equipo de marcha. Ante la negativa de otorgar al equipo un vehículo decente Erick Barrondo planteó un medio de protesta muy particular pero efectivo, y es que puso a la venta la medalla de oro que había ganado en los Juegos Panamericanos. Más allá de lo que pudieran darle por la medalla, el objetivo era la denuncia de las condiciones en que se encuentran. Para estas instancias, quienes en un momento se congraciaron con el triunfo en el 2012, pero tenían sus reservas por cuestiones raciales, se fueron en contra de Barrondo. Como dijo un jóven que llamó a una emisora de radio en un programa juvenil matutino "Yo estoy en desacuerdo porque Barrondo, ya le gusto y ahora cree que todo lo puede como la Menchú".

Paradójicamente, las capacidades del atleta, que ha dado y sigue dando tantos éxitos y medallas para el deporte nacional, han empezado a develar la estratificación étnica del país, una tensión que dentro de la sociedad mestiza nacional ha pasado encubierta quizá desde la misma independencia en 1821. Esta escala que cuando se ha tratado de subvertir o siquiera cuestionar ha generado reacciones violentas, como la política de tierra arrasada durante guerra interna en la década de 1980, ha generado todo tipo de "artilugios" para seguir sin ser descubierta, no obstante en la era de las redes sociales aparece y re aparece aunque los esfuerzos para encubrirla sean grandes.

Aunque seas campeón mundial, en Cayalá serás vendedor de manías

El 30 de marzo de 2015, en las redes sociales se viralizaba una fotografía del estado del muro de un locutor de radio nacional. En ésta gráfica, aparecía Erick Barrondo recostado en una estatua de Ciudad Cayalá. Arriba una leyenda que decía "quiere manía, semilla de marañon o habas?". El mensaje, aunque muchos lo nieguen, tiene un sentido discriminatorio en dos vías, racial y económico. En resumen, señala que el atleta por ser indígena y pobre no puede estar en Ciudad Cayalá (espacio exclusivo de la élite blanca y rica) aunque sí lo puede hacer pero como vendedor de frutos secos, actividad que realizan niños indígenas.

Erick Barrondo, quien comparte regularmente estados en Facebook vió la fotografía y ante la agresión reclamo sus derechos. Se acerco a la Comisión Contra la Discriminación Racial -CODISRA- quienes presentaron la denuncia al Ministerio Público. El artículo 202 bis del Código Penal señala la discriminación racial y económica como un delito, especialmente cuando se fomente o se aliente a través de cualquier medio.

La primera reacción del locutor ante el error que cometió fue escribir una nota excusándose, sin embargo, no comprendia el porqué del perdón si en internet todo es "pura chingadera" y que además su mensaje fue "sacado de contexto". Dos días después, ante la inminencia de la denuncia en el Ministerio Público y las consecuencias que esta acción traería, el locutor (Julio Reyes) decidió pedir perdón publicamente a Erick Barrondo, quien recibió las disculpas y en apariencia el desencuentro quedó zanjado.

Más alllá de los detalles de este hecho, en los dos días en que la fotografía se viralizó y miles de personas opinaron en las redes sociales, surgieron muchas expresiones dignas de análisis. Una que apareció reiteradas veces y que además puede llevarnos a esclarecer mucho de nuestra percepción como mestizos de la realidad social nacional, es la de "la chingadera". Supuestamente, Barrondo tenía que dejar pasar cualquier oprovio en su contra pues no es en serio, "es pura chingadera".

La máscara de la "chingadera"

Charles Hale, antropologo e investigador, mientras hacía la investigación que da vida al libro anteriormente citado, relata cómo se acerca a algunas familias ladinas en Chimaltenango para conocer sus perspectivas acerca de los indígenas y el activismo maya. Señala su asombro cuando entrevista a unas jóvenes y surge "la chingadera". La chingadera en ese contexto y quizá en todo el país, es una forma de no tomar en serio la realidad. De burlarse de las cosas y casi siempre decir lo doloroso o señalar lo que se cree o no sin temor a represalias, todo es en "pura chingadera". Por otro lado, es apelar al doble sentido del discurso. A veces, es un tipo de ironía y sarcasmo que sirve de disfraz a la ansiedad de expresar las inseguridades y temores.

Cuando hablan de los pueblos indígenas, los ladinos enmascaran en la chingadera temores atávicos, miedo a la pérdida del poder, culpas históricas, realidades inconscientes en relación con el otro. Trágicamente, la chingadera es un medio de meta discurso intraétnico que refuerza una identidad temerosa del aniquilamiento por percibirse híbrida.

También la "chingadera" pretende resaltar el carácter contradictorio de algun hecho o persona, incluso a veces tiene un objetivo iconoclasta. En otras ocasiones pretende negar la historia o burlarse de ella y declarar entre chingadera y chingadera que nada de lo que se ha dicho se ha creido, que todo el tiempo fingimos.

Sobre esta última y compleja forma de chingadera se puede observar que la burla de Barrondo con esta fotografía encierra muchísimo más que una simple y jocosa salida.

Otras máscaras

Otro de los recursos utilizados por las y los comentaristas es la justificación del ataque pues se lo merece ya que al molestarse por su comparación con un vendedor de frutos secos, automáticamente está discriminando esta actividad laboral. Subrepticiamente se asume un papel de tutela moral, capaz de repartir castigo a quien se percibe como agresor.

Y por último la máscara de la generalización "ah sí, ahora como es famoso sí le funciona la justicia, pero ¿cuándo para todos los indígenas que a diario son discriminados? Ya se le subieron los humos".









1En este texto se utilizará "ladino" y "mestizo" para referirse al mismo grupo étnico.