Tuesday, December 07, 2021

Los pecados de la carne (Pablo Rangel)

Hace algunos años, estudiando una maestría en filosofía conocí a un profesor de teoría social. Sus clases eran escasamente amenas, era difícil no dormirse, sin embargo, con el correr del tiempo, he descubierto que de alguna manera extraña el relajamiento que sufríamos en clase era parte de un proceso hipnótico. Muchas de las metáforas que utilizaba para explicar los conceptos todavía las recuerdo como si fuera ayer. Una de estas, quizá la más recordada porque incluía un pequeño performance del profesor, era la de “la realidad es como un gran trozo de carne, depende en cuántas rodajas la cortemos, así nos explicaremos las cosas”. Se paraba frente al grupo, no pasábamos de diez estudiantes, con la mano derecha fingía tomar un supuesto largo y filoso cuchillo, con la izquierda tomaba la imaginaria chaira, elevaba ambos y haciendo una X en el aire daba tres limadas desde la parte cercana al mango hasta la punta. Después de este breve ritual bajaba a cortar la pieza de carne, yo la imaginaba como un grueso bolovique. “Si la corto en dos, tendré una explicación que me deja dos grandes pedazos de carne, bastante parecidos uno del otro, puedo ver que hay en medio de todo el trozo pero no sé qué más hay, pero, si la corto en cuatro, podré ver que en cada mitad hay sangre, texturas y tonos del color carne diferentes a las del centro, pero que se parecen a las orillas del otro lado”. ¿Qué sentido tiene esto para lo que quiero explicar? En los cursos de análisis político internacional, encuentro regularmente la interpretación del mundo a partir de los países del lado del socialismo y capitalismo. Esta visión dicotómica que muchos tanques de propaganda (y fingen ser de pensamiento) promulgan y con apoyo de miles de perfiles falsos en redes sociales, influencers pagados y ad honorem, grupos de whatsapp y medios de comunicación tradicional, tratan de imponer. No quiero decir que esta visión esté desfasada ni nada por estilo, pero sí es una visión limitada, no obstante en Guatemala ha sido convertida casi en política pública. Hay que recordar que uno de los principios de la propaganda es que el mensaje debe ser sencillo, comprensible para cualquier persona y muy fácil de repetir. Podemos explicar mejor el trozo de carne si lo cortamos en más rodajas. Si cortamos las dos grandes mitades en dos pedazos más, encontramos algo muy interesante. A la tensión entre socialismo y capitalismo (o izquierda y derecha, como quieran llamarle) se le pueden sumar otras características que están más alejadas del gran corte por la mitad. Incluso, a veces se puede ver que izquierda y derecha, en estos nuevos cortes, son bastante parecidas y en algún momento entran en resonancia. Estos nuevos cortes representan la tensión entre globalistas y nacionalistas. Al sumar dos características más las posibilidades aumentan, pues se puede encontrar cuatro posibles sujetos de análisis: El de izquierda-globalista; el de derecha-globalista; el de izquierda-nacionalista y; el de derecha nacionalista. Explicado lo anterior, vale preguntarse ¿qué le está pasando al gobierno de Giamattei con el gobierno de Biden? Si lo explicamos desde las izquierdas y derechas, nos quedará un vacío al momento de ver que el gobierno de USA jamás ha sido de izquierda como tampoco lo es el de Guatemala, pero desde los tanques de propaganda e influencers se insiste en decir que sí. Incluso aplicando la estrategia de la creación de las más estrafalarias teorías de la conspiración, que trágicamente muchos académicos creen como ciertas. Pero más allá de esto, se encuentra que hay una propensión en el gobierno de Biden hacia el globalismo que dista mucho del nacionalismo extremista de Donald Trump. Los grupos de poder en Guatemala aún resienten la administración Obama y la llegada del globalismo al poder en USA. Trump les dió un respiro y se rearticularon. Sin embargo, para el dolor de las “élites” chapinas, el mundo entero presintió las posibilidades de un conflicto a gran escala con el liderazgo de Trump, por lo tanto, invirtieron en sacar al pueblo de los Estados Unidos de su inercia nacionalista, les mostraron que lo mejor era elegir a Biden. Y así, con la campaña más costosa de todos los tiempos en USA evacuaron el intento del extremismo de entronizarse en el poder. Ahora a Biden le queda la tarea de desarticular la unión entre la derecha nacionalista guatemalteca, la derecha nacionalista norteamericana y la unión con otros nacionalismos en el mundo (Rusia, China, Nicaragua), aunque vale decir, que su gobierno más que protagonista será uno de transición, nada más a contener los ánimos y con una acción menos visible y más diplomática. Mientras esto pasa con USA, las élites nacionales ven con pánico lo que pasa en Honduras, lo que pasó en Perú y en Bolivia, y ¿Estados Unidos no hace nada contra estos movimientos de izquierda? La respuesta para la próxima.